Mi obra se centra en un largo proceso de observación de estados de la materia, para encontrar en lugares y objetos abandonados una poética plástica propia. De manera simultánea, voy construyendo mi trabajo y mi mente.

A raíz de una terapia con la psicoanalista, he descubierto un camino de autorreflexión más complejo. En donde el proceso de redescubrir problemas guardados en la mente, se volvió una constante durante ocho meses. El proceso fue duro pues sacar las “basuritas” de la mente no es una tarea sencilla. La analogía a la que se llegó en este proceso fue la perla, ya que su formación parte del recubrimiento de nácar de una partícula extraña en el interior de la concha. La partícula extraña es la que yo asocio a la “basurita” de la mente. Para llegar a ella se deben quitar las capas de nácar que para mi son la acumulación de experiencias. Todas estas experiencias requieren un tiempo para ser analizadas, ordenadas y sanadas para obtener una paz en el pensamiento.

La obra se construye a partir de la recolección de materiales de deshecho derivados de la madera para lograr la acumulación de una gran cantidad de material que fue pintado y unificado por un color. Estos deshechos se asocian a la partícula extraña que ingresa dentro de la perla. El color es el factor homogeneizador que permite articular todas las formas de estos materiales. La línea es mi recorrido que atraviesa esas partículas extrañas.